lunes, 26 de abril de 2010

Comprendiendo




No se puede depender de lo que no se tiene. Querer siempre lo mismo, cuando esto no llega, no es dependencia, es obcecamiento. Y yo terca y obcecada lo soy un rato.

Por primera vez en casi tres años me siento ex-fumadora. Que lo haya dicho antes no significa que lo sintiera. También he dicho que era guapa y no por eso lo sentía. Porque por primera vez, no estoy reprimiendo las ganas de fumar, no estoy buscando razones por las que no debería. Ni dentro ni fuera de mi. Simplemente, no me apetece. Aunque para ello haya tenido que coger un cigarro.

Dicen que te das cuenta de lo que tienes cuando lo pierdes. Y puedo dar fe de esta frase. Pero también es cierto que te das cuenta qué no quieres, después de desearlo durante mucho tiempo, cuando lo consigues. Y te das cuenta de qué era realmente lo que querías. Porque si no era esto, ¿porque lo deseaba tanto? Alguna razón tendrá que haber.

La razón es que necesitaba volver a ser yo antes de ti. Pero yo soy la que soy ahora. Durante este tiempo he vivido tu vida, y he intentado vivir la mía. Por eso necesitaba volver al tiempo en que mi vida era mía. Pero durante este tiempo he vivido, y he intentado vivir mi vida, y soy la que soy ahora. Ya no fumo, desde hace mucho, ni lo necesito. Del tabaco sí fui dependiente. Me fumaba un cigarro y a la media hora necesitaba otro. De ti no. Porque no se puede depender de lo que no se tiene ni se ha tenido nunca.

Porque no, ni te tengo ni te he tenido nunca. Has estado más cerca o más lejos estando al lado, pero durante todo este tiempo tú tuviste tu vida y te ocupaste de vivirla, conmigo y sin mi. Y yo intenté vivirla contigo. Paralicé mi vida muchas veces, pospuse, esperando ese día que no llegaba, esperando ese momento que nunca venía, esperándote. Y al final, lo hacía sin ti, porque podían salirme arrugas. Y hoy, con ese cigarro en la mano, me he dado cuenta que eso no es depender de ti, porque lo he hecho sola este tiempo. Mi vida, la he caminado sin ti, a la vez que caminé a tu lado.

Por eso ahora estoy tranquila, y por eso el paquete de tabaco vuelve, con mi firma y mi día, a su cajón, a ese sitio en que pienso en él y me siento bien conmigo misma.

Porque no me siento mal si fumo. Pero lo que me importa, es que no me siento bien.

lunes, 19 de abril de 2010

Mi vida sin ti




Y sigo a tu merced. Después de tanto tiempo creyendo que te había dominado, sigues ahí, reclamándome con fuerza. Sé que durante todo este tiempo te he minimizado la voz, simplemente. Igual que hago con todo lo que no me gusta o no quiero hacerme ilusiones: lo ignoro en mi mente y no me lo creo. Dulce inocente, o gilipollas, como prefieras.

Sé que siempre me has llamado, y sé que siempre te he descartado. No siempre fue fácil. Durante mucho tiempo me costó un mundo. Después no era tan difícil. A ratos. Sólo tú sabes lo que te he llegado a desear, lo que me ha costado decirte que no. "Me lo merezco" . "Me lo he ganado". La realidad es que la inercia se me da muy bien. "Seguir haciendo lo que hago" es lo más fácil de todo.

Y ahora... Ahora me doy cuenta que estoy enganchada a ti. Cuando creía que ya no. Me doy cuenta que eres una prolongación de mi. Que me veo contigo toda mi vida, y no sé que hacer para que sea que no. Porque sé que eres dañino para mi. Sé que contigo no soy la misma. Sé que me haces daño, y con ello a los que me rodean. Pero me gustas. Me gusta tu sabor. Me gusta tu olor. Me gusta verte y me gusta sentirme acompañada por ti. Aunque sepa que el placer de esta compañía me está costando muy cara.

Y me vuelvo loca cada vez que intento reprimir esa voz que te pide. Me pongo muy nerviosa. Porque me pones de los nervios mientras no estás, mientras me llamas, cuando menos lo espero. Y todavía me vuelvo más loca si estoy sola.

Te dejé porque no quería que nada ni nadie dominara mi vida más que yo. La realidad es que mi vida no está dominada. En ningún aspecto. Todo está descontrolado. Incluido tú. Yo no controlo una mierda, así que... ¿porque debería poder hacerlo contigo? ¿Para qué, si sé que al final caeré? ¿Para eso tanto esfuerzo? ¿Para eso luego sentirme estúpida? Para qué si me siento mal si estoy contigo y me siento mal si estoy sin ti.

El dilema está en saber con cual me siento menos peor.



Quiero fumar.