Teletransportándome a otra realidad.
Salir de mi rutina, recuperar viejas amistades, viejos momentos que a la vez son nuevos.
Echaba de menos fiesta mayor. Estar ahí, todo el finde, llamar, bajar, comer, estar ahí todo el día, peticiones de guardia, de recoger. La caseta de sonido. Robar cervezas. Bailar, bailar hasta que las mandíbulas no te dejan reír más porque duelen de tanto reír y las piernas te digan "deja de saltar porque no puedo más", y que pongan Walking on sunshine y no poder parar. Y que pongan YMCA y no poder evitar moverte.
Y todo es lo mismo pero es diferente. La complicidad vuelve a estar ahí, las risas, el buen rollo, todo es como si no hubiera pasado nada y te teletransportaras al pasado. Como si hubiera habido un paréntesis y lo retomaras donde lo dejaste.
Recoger, llevarte mesas, vallas, recoger cables y el traspalé.
Añadir gente con las que no paras de reír, con las que te lo pasas en grande, con las que te dan ganas de levantarte aunque te hayas acostado hace media hora porque sabes que vale la pena no dormir y estar con ellos.
Volver a reír, como hacía muchísimo tiempo que no hacías. Y volver a ver reír como hacía otro tanto más que no veías.
Porque cuando te teletransportas acompañada, la teletransportación es mucho más placentera.
Hay que repetir.