Correr. Correr para todo el mundo. Y que nadie camine contigo. Andar, y ver gente en los colindes, pero saber que andas sola.
Las palabras, el viento se las lleva. Y da lo mismo que sean promesas, razones o escusas. La comprensión, como la confianza, se gana. Y es una goma. Tirar y tirar de ella, hace que te de en las narices de nuevo.
Y esos límites tan hablados, están, con todos. Unos tienen unos, otros tienen otros. Pero cuando diferentes límites de diferentes personas rebasan todos a la vez, hace que tu llegues al límite.
Sobretodo cuando éstos atacan directamente a cicatrices. Cuando revives situaciones, y vives el sentirte stúpidamente estúpida.
Y todo hace Dash Boom Kaboom. Por más que tú hagas Goupichiflou. Y esa rabia interna que habias conseguido calmar bulle en tu interior y te revive la llama de los impulsos.
Impulsos de rebentar cosas, de gritar, de escupir (que no decir) cosas en la puta cara. Porque una, es calmada, aguanta y siempre tiene buenas formas y buena cara. Hasta que la toman por estúpida. Hasta que nadie se para un segundo a pensar que es humana. Total, siempre lo ha aguantado, siempre lo ha hecho, ¿Por qué ahora va a ser diferente?
Y entonces es cuando entran ganas de rebentar, de escupir todo, como sea, soltando las cosas como salen y nacen, sin pensar en como sentará al de delante. Por una vez, pensar en mi antes que en cualquiera.
Y tengo para todos. Porque parece que hablar no sirve de una mierda. Entra por una oreja y sale por la otra. Y mientras tanto, yo sot la comprensiva, la que va avisando, diciendo "no es con ánimo de molestar, es para que lo sepas, seas consciente y actúes en consecuencia". Pues si te avisan, y te la sopla, luego las consecuencias son éstas.
Y falta poco para que el globo rebiente. Así que por el momento, voy a hacer introspección, sola, para rebajarlo y acotar los límites de todos.
Para que esto, no vuelva a suceder.