jueves, 23 de agosto de 2007

Rabiar

A veces, rabio. Y de ese rabiar, veo cosas de forma clarísima, cosas que estaban ahí delante que no habia visto o no habia sido capaz de ver. Cosas que intentaba ver, pero me perdía entre mi misma dando vueltas en un laberinto creado por mi.

Y me doy cuenta de cosas. Nunca exigiré algo que no puedo dar. Sé que hago daño sin querer. Pero también sé que me como mucha mierda para que otros no se la coman, que no me gusta jugar con la gente, y lo evito, y que intento siempre, y por encima de todo, no hacer daño, aunque sea a costa de hacermelo a mi.

Sí, se lo que pensaréis "eso es sobre tu escala de valores", y puede estar tan equivocada como cualquier otra, no hay una verdad universal. Pero rabio. Rabio en el momento en que veo que yo lo he echo, aunque sólo sea un pelín, mejor, y sin embargo, yo me llevo un palo mucho mayor que el otro. No es por comparar, que nunca me ha gustado, pero una, vale, dos, mira, tres, jode, cuatro, me hincha los huevos.

Porque cuando alguien ha echo algo que no me ha gustado, nunca, nunca he considerado que sea un hijo de puta, o una zorra o cualquier adjetivo. He considerado que no han actuado como me habria gustado, he considerado que errar es humano, he considerado, inlcuso, que la equivocada tal vez era yo, y lo he pensado. Y sin embargo, en cuanto yo la cago un poquito, se me ponen todos los adjetivos, y si quiero retirarlos de encima mio y mantener lo que tenía, tengo que hacer un increible esfuerzo para demostrarlo, y nunca llego a demostrarlo, simplemente, se olvida un poco, y se guarda en el rincón de los trapos sucios que se echarán cuando haya una bonita bronca.

Y una se cansa. Se cansa de dar segundas, terceras, cuartas, quintas, decimosextas oportunidades, y yo no tener derecho a nunca a ni tan siquiera una segunda. Se cansa de no llamar nunca de nada a nadie, y sin embargo, que se la tilde a ella. Se cansa de intentar comprender a la gente, y de que luego no se haga ese esfuerzo con ella. Se cansa de en un momento de rabia, no decir las cosas como las piensa, porque piensa en el de delante y en como se sentirá, y que luego ella acabé llorando en un ataque de histéria por no aguantar más que lo hagan con ella. Se cansa, en fin, de intentar no hacer daño, y de que luego nunca nadie piense en el daño que se le está haciendo a ella. Se cansa de que las culpas siempre sean de ella y nadie vea las suyas, y de que ella tenga que reconocer sus errores, pero luego el resto no reconozca los que ha cometido con ella.

Y cuando rabio, me doy cuenta de que tal vez no lo he echo lo mejor posible, pero si que lo he echo decentemente. Y me doy cuenta de que no tengo que lapidarme a mi misma, y menos por gente que no tiene escrúpulos en lapidarme a mi.

Sé que mi problema es que nunca digo las cosas que me molestan, que siempre me callo, que aguanto y tiro hacia adelante, y que me voy hinchando e hinchando e hinchando. Y sé que mi problema es que no las digo porque prefiero evitar los enfrentamientos, porque temo hacer daño a la otra persona, y no me gusta hacer daño. Así que callo y sigo. Intento hablarlo después, de otra forma, tranquilamente. Pero sé que no es igual, sé que entonces después no se le da la importancia que yo le doy. Y eso es algo que intento remediar. Ahora no callo tanto. Aunque haya cosas que no pueda decir ya, porque el momento de decirlas, e incluso el momento de reventarlas, pasó ya, y ahora no lo haré. Pero de lo que me sucede ahora, ahora lo reviento. De poquito en poquito, cuando toca.


Y a veces rabio. Y cuando rabio, a veces, sólo a veces, me doy miedo a mi misma por como pienso. A veces pienso que realmente, no soy como creo ser. No soy ese remanso de felicidad, de ser happy, de optimista, de buena (rozando el punto de tonta), de inocente... Sino que realmente, soy malvada, me da igual lo que piensen los demás, lo que les vaya a suceder, vengativa y rencorosa, incluso malvada y retorcida. Y me da miedo que realmente sea así, me da pavor creer ni siquiera que hay una parte de mi que sea así. Me encuentro pensando cosas que me horroriza pensarlar o hacerlas (no he pensado en matar a nadie, pero si en hacerle daño voluntariamente, aunque no sea físico). Y eso me da miedo. No me gusta la gente así, no me gusta ser así. No quiero ser lo que nunca he tolerado que sean conmigo. Temo que realmente, la parte que sale de mi cuando estoy tan harta de todo, sea la que soy realmente. Que simplemente, lo que hasta yo creo que soy, es puro y simple autocontrol, pura y simple fachada. Fachada hasta para mi.

Terror de querer conocerse... Ya conozco un miedo más mio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo el mundo tiene su dualidad. No existe ningun lago espejado y cristalino sin un fondo oscuro. Y también al revés, no hay caverna oscura sin sus gotas de luz y sus maravillas brillantes.
Los seres humanos, cuando se les pincha, sangran. Pero también se rebotan. Y el instinto de revancha es muy importante. Porque no es parte de la personalidad. Es un instinto que llevamos dentro para permitir la interaccion social ("si me fastidias, te fastidio, así que por tu bien no lo hagas").

Quien conozca tu personalidad sabe como te comportas. Uno de los valores mas importantes de la personalidad es la capacidad de perdonar, y eso te sobra. Con eso te basta para no temer al lobo feroz que surge de dentro de ti.

Así que deja de temer, y empieza a asumir, integrar, domar... y aprender a vivir con ese lado que todos tenemos.

O todo lo conrario...