sábado, 3 de mayo de 2008

Nostalgia



Una guitarra esperaba paciente en un rincón. Estaba allí, esperando que alguien la cogiera, y la hiciera sonar. Notaba como sus cuerdas cada vez flojeaban más, como ella se iba llenando de polvo... Pero su dueña no la tocaba. Alguna vez, alguien, la cogía. Su dueña la afinaba, y un chico la hacia sonar. Sacaba de ella una música que no sabía que podía tener. Cambiaba la mano inquieta de ella, por la púa de él. Y sonaba completamente distinta.



Pero desde el regazo del chico, la guitarra sentía como ella disfrutaba muchísimo... Disfrutaba a la vez que se ponía nostálgica. Esa era la razón por la que su dueña ya no la tocaba, porque cuando era ella la que tocaba, rascaba siempre los mismos acordes. Y cuando el chico se iba... Entonces la tocaba ella. Entonces se ponía mucho más nostálgica, incluso a veces triste. Porque tocaba los mismos acordes hasta llegar siempre a los mismos sitios, a las mismas canciones... Añoraba tiempos en los que la guitarra sonaba a dúo con otra, en la que se cantaba sobre su sonido, en la que otros instrumentos sonaban con ella... Añoraba a gente que ya no estaba a su lado, gente con la que había compartido gran parte de su vida, con la que había hecho o para la que había compuesto esos acordes a los que siempre llegaba, sin querer... Sin parar... Le salían sin pensar...
Y pensando, no le salía otra cosa.



Pero todo cambia, todo transmuta, cuarto lleva a quinta, y esta a su vez acaba en primera, y todo vuelve a empezar, de forma diferente.
Y yo os añoro, muchísimo. Pero nada va a cambiar.

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